Liturgia domingo 30 de octubre de 2015
Jer
31,7-9: Guiaré entre
consuelos a los ciegos y cojos
Salmo 125: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
Heb 5,1-6: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec
Mc 10,46-52: Maestro, haz que pueda ver
Salmo 125: El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
Heb 5,1-6: Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec
Mc 10,46-52: Maestro, haz que pueda ver
El libro de Jeremías nos
muestra un aspecto de la manifestación de Dios al que no estamos acostumbrados:
la ternura. Dios nos ama sin importar si vamos por la vida como ciegos o cojos,
es decir, si a duras penas podemos caminar o si apenas vemos o presentimos por
dónde vamos. Dios nos ama, así estemos en un estado de vulnerabilidad o
debilidad absoluta, como lo puede estar una mujer encinta o una madre que
recién ha alumbrado a su hija. Dios nos ama incluso si hemos huido de él y nos
hemos refugiado en el último confín de la tierra. Y la razón de ese amor no es
otra que la de sentirnos hijos suyos, la de habernos engendrado por su amor, la
de hacernos partícipes de su reino. Una de las insistencias de Jesús era la de
vivir la experiencia amorosa de Dios como la esencia sobre la que se funda y
funde nuestra vida; y no porque ello estuviera a tono con la sensibilidad
religiosa de su tiempo.
El salmo empalma bien
con la primera lectura y nos muestra cómo la magnificencia de Dios consiste en
el rescate y redención de su pueblo. La experiencia del exilio ya no es la de
vivir en un país extranjero, sino la de sentir que ningún lugar del mundo es
extraño al proyecto transformador de Dios.
La segunda lectura,
de la carta a los Hebreos, afianza y confirma esa dimensión del
poder de Dios manifestado como compasión y misericordia. Jesús consagra nuestra
vida a Dios por medio de su vida y su Palabra. Él redime nuestras faltas y nos
encamina por una experiencia en la que convertimos en fortalezas nuestras
infaltables debilidades humanas. Él nos ofrece un camino de redención que
supera el puro precepto religioso, la simple justificación sentimental o un
vacío racionalismo abstracto. Dios es el que llama, y nosotros somos quienes
podemos responderle. Ya no queremos un gurú o un experto en religión, sino un
hermano o una hermana que camine con nosotros y nos ayude a realizar esa
vocación por la cual nos hemos hecho cristianos.
El evangelio de Marcos narra
la curación del ciego Bartimeo, el último “milagro” de Jesús narrado por
Marcos. Tradicionalmente este pasaje se ha incluido en el género “milagro”,
pero si se lo examina bien, carece de algunos elementos típicos de este género,
como por ejemplo el gesto de curación o la palabra sanadora. Estamos, más bien,
ante un relato, basado tal vez en un hecho histórico, que sobre todo quiere
acentuar la importancia de la fe como fundamento del discipulado.
El relato, dentro de
su sobriedad, está «cargado de detalles», que, sin duda, han sido puestos en el
relato con segunda intención, para facilitar una interpretación y aplicación
concreta. Marcos nos indica el lugar donde sucede este episodio: a la salida de
Jericó, la ciudad de las palmeras en medio del desierto de Judá, la puerta de
entrada en la tierra prometida (cf Dt 32,49; 34,1), paso obligado para los
peregrinos que venían de Galilea, por el camino del Jordán, a Jerusalén, ciudad
de la que dista algo más de 30 kilómetros. La Jericó del tiempo de Jesús estaba
situada al suroeste de la mencionada en el AT. Había surgido en torno a la
lujosa residencia invernal construida por Herodes.
Hay, además, una
alusión explícita –aunque suene un tanto genérica– al nombre del ciego:
Bar-timeo, el «hijo de Timeo»; Mateo y Lucas no mencionarán este detalle. Junto
con el de Jairo es el único nombre propio que aparece en Marcos antes de
iniciar el relato de la pasión. Algunos piensan que esto es debido al hecho de
que probablemente este hombre formó parte de la comunidad cristiana
palestinense.
El protagonista es un
hombre ciego, doblemente pobre, por tanto. Lv 19,14, Dt 27,18, Is 59,9 son
textos que nos ayudan a comprender la situación de los ciegos en Israel. La
liturgia ha establecido un nexo entre este evangelio y la primera lectura de
Jeremías porque en ambos casos se habla de un acontecimiento gozoso para los
ciegos.
El diálogo comienza
con una petición de Bartimeo, de hondo trasfondo veterotestamentario (cf Os
6,6), y que la liturgia eucarística ha incorporado en el acto penitencial: “Ten
compasión de mí”. La petición va precedida por el título mesiánico de hijo
de David. Esta es la única vez que aparece este título en el evangelio.
Posteriormente el ciego le llamará “rabbuní” (término que solemos traducir por
“maestro” y que el original de Marcos no traduce).
La gente lo manda
callar para que no moleste. Este mandato no tiene nada que ver con el “secreto
mesiánico” tan típico de Marcos, ya que aquí quien manda callar no es Jesús
sino la gente. Cuando el ciego se entera de que Jesús lo llama, “soltó el
manto” y, de un salto, se acercó a Jesús. Este detalle aparece también en
2Re 7,15. Es una manera de indicar el interés que produce el acontecimiento.
El diálogo posterior
se narra de una manera esquemática: pregunta (¿Qué quieres que haga por ti?),
petición (“Maestro, que pueda ver”) y respuesta (“Anda, tu fe te ha
curado”). Como ya se indicó antes, faltan el gesto y las palabras de la
curación. El acento recae en la fuerza de la fe. Esta es la que permite pasar
de la tiniebla a la luz, del borde del camino al interior del camino, de la
pasividad de quien mendiga a la actividad de quien sigue a Jesús hasta el
final.
Hoy se habla mucho de
las terapias sanadoras a través de la medicina natural, de las técnicas
psicológicas, de las tradiciones budistas, de los flujos de energía... y de los
problemas sicosomáticos, que se curan de un modo también psico-somático... Los
milagros se desnudan y se nos hacen mucho más explicables, mucho más del día a
día. La vida está llena de «milagros» para quien sabe llevarla, por quien la
lleva con coraje, con «fe». La «inteligencia emocional» (cfr. Daniel Goleman),
la «inteligencia ecológica» (del mismo autor), la «inteligencia espiritual»
(cfr. Danah Zohar), el holismo, la sinergia... nos trasladan a un «realismo mágico»
nada inaccesible. La fe mueve montañas, ya lo dijo Jesús. Los milagros de
nuestra fe no tienen por qué ser milagros-milagros, estrictamente
sobrenaturales... Al menos, muchos de los de Jesús de Nazaret parece que no lo
fueron, y los nuestros de hoy día es más difícil que lo sean. Tal vez
necesitemos simplemente «educar los ojos» con esa inteligencia emocional,
ecológica, espiritual (no en la visión lineal en la que nos educaron en el
viejo paradigma)... y volver a echar mano de la fe, del «coraje de existir»
(Tillich).
Para la revisión de vida
¿En qué sentido puedo o debo decir yo también, como el ciego Bartimeo: "Maestro, que pueda ver"…? ¿Qué necesidades fundamentales de mi vida podría expresar en mí esa oración? Voy a hacer esa oración en ese sentido, en profundidad…
¿En qué sentido puedo o debo decir yo también, como el ciego Bartimeo: "Maestro, que pueda ver"…? ¿Qué necesidades fundamentales de mi vida podría expresar en mí esa oración? Voy a hacer esa oración en ese sentido, en profundidad…
Para la reunión de grupo
- ¿Cuáles son hoy las mediaciones a través de las cuales «Dios nos llama»? ¿Qué acontecimientos transparentan hoy para nosotros la presencia del misterio y de lo sagrado?
- ¿Cuáles son hoy las mediaciones a través de las cuales «Dios nos llama»? ¿Qué acontecimientos transparentan hoy para nosotros la presencia del misterio y de lo sagrado?
- ¿Cuáles son hoy
nuestros gritos? ¿Demandamos misericordia o nos contentamos con luchar por una
mejor calidad de vida?
Para la oración de los fieles
- Para que la luz de la verdad abra los ojos de todos los seres humanos y les ayude a caminar sin tropiezo por el camino de la vida, roguemos al Señor.
- Para que la luz de la verdad abra los ojos de todos los seres humanos y les ayude a caminar sin tropiezo por el camino de la vida, roguemos al Señor.
- Por todos los
invidentes, para que se puedan integrar a la sociedad con respeto a sus
derechos y sin ser relegados a puestos marginales…
- Para que todos los
catequistas sepan unir a una buena preparación para ejercer su ministerio el
testimonio de su propia vida…
- Para que cuantos
viven sumidos en la duda, el temor o la intranquilidad se encuentren con Dios
vivo y alcancen la luz y la paz que buscan y necesitan….
- Por cuantos buscan
un mundo más justo y en paz, para que encuentren la recompensa a sus trabajos y
desvelos…
Oración comunitaria
- Dios, Padre de bondad, que nos has creado para caminar, para salir al encuentro de los demás y de ti, y que abres para ello ante nosotros el camino que debemos recorrer. Te pedimos ilumines nuestros ojos para que podamos caminar sin tropiezo y ayudar a caminar a los demás. Por Jesucristo N.S.
- Dios, Padre de bondad, que nos has creado para caminar, para salir al encuentro de los demás y de ti, y que abres para ello ante nosotros el camino que debemos recorrer. Te pedimos ilumines nuestros ojos para que podamos caminar sin tropiezo y ayudar a caminar a los demás. Por Jesucristo N.S.